El 29 de setiembre 2017 se modificó la Ley de la radio y la televisión de titularidad estatal, para "recuperar la independencia de la Corporación RTVE y el pluralismo en la elección parlamentaria de sus órganos, para volver a la elección parlamentaria por mayoría cualificada de los órganos de administración y gobierno de la Corporación, y recuperar el modelo que llevó a RTVE a sus mayores cotas de independencia y pluralismo y a sus mejores datos de consideración, audiencia y credibilidad" Casi tres años y medio después asistimos a la gran decepción que supone para los que hemos defendido la independencia de la radio y televisión pública, la forma en que se ha fraguado la elección del Consejo de Administración, que ha sido en el fondo la misma de siempre, si bien con mayor componente profesional. No creo que fuera esto lo que se proponía con el concurso de méritos para la formación del Consejo de Administración. Un concurso alargado y desvirtuado por el paso del tiempo para amañarlo a conveniencia de los políticos, ampliando a todos los aspirantes la posibilidad de ser elegidos y dejando la puntuación alcanzada sin valor alguno. De esa manera los partidos han vuelto a tener más posibilidades de encontrar a profesionales afines, demasiado afines y politizados para gobernar con credibilidad la radio y la televisión públicas.
¿Cuáles eran los méritos que se buscaban en los integrantes del Consejo? ¿Eran sus aptitudes profesionales y sus capacidades de gestión y dirección, o los méritos labrados en su forma de entender el ejercicio del periodismo como una forma de actuación política?
RTVE sigue interesando a los partidos como sujeto político y politizable. No creo que un Consejo ideologizado, en algunos casos con elementos muy radicalizados en una u otra orientación política, sea la mejor esperanza para la RTVE de todos que seguimos esperando conocer algún día. Sería sorprendente que José Manuel Pérez Tornero lo lograra con los mimbres que tiene en el Consejo que va a presidir. Ojalá lo consiga.
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