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Conviene recordar. Sobre todo si se hace fielmente y con eficacia, estética y rigor. Es lo que ha hecho Silvia Quer en esta única entrega televisiva con la que nos ha sorprendido TVE, tan poco proclive últimamente a ofrecer productos de ficción de buena factura.
“De la ley a la ley”, incluye fielmente lo que muchos historiadores y cronistas, empezando por su sobrino-nieto, Juan Fernández Miranda, autor del libro El guionista de la transición" publicado hace un par de años, han escrito sobre Torcuato Fernández Miranda, el hombre político que ante todo fue monárquico, antes que demócrata.
La historia que nos cuenta "De la ley a la ley", puede ser un buen material didáctico para quienes no habían nacido en los 70 y a quienes se está presentando ahora un relato de la transición distorsionado e interesado desde algunos ámbitos.
La película se beneficia de la buena ambientación que ya vimos en "23-F, el día más difícil del Rey " (2009). Los actores han sido seleccionados y caracterizados a semejanza de los personajes que interpretan y se vislumbra un buen ejercicio de imitación en algunos casos. Avanzado el film parece que reconocemos más, al Rey, a Suarez, a Arias Navarro y todos aquellos personajes ya de por sí muy cercanos a una ficción política, a caballo entre el posibilismo y los tics dictatoriales. Se cuentan muy bien las "manipulaciones buenas" de Torcuato Fernández Miranda para lograr el objetivo de "derrocar" al inmovilista Arias Navarro y colocar a Adolfo Suarez, catalogado entonces como un joven cachorro del régimen, pero detrás del que se escondía el tipo dispuesto a todo con tal de estar en la primera fila de la historia. El ritmo y la tensión son los necesarios, la música ayuda, y con todo, el espectador queda atrapado en una historia que reconoce en su memoria o descubre con placer.
Sí observamos algunos fallos de ubicación: El encuentro entre Juan Carlos y Arias Navarro para pedirle su dimisión fue en el Palacio de Oriente durante un acto celebrado allí; la televisión en color en casa del Presidente de la Cortes en aquellos años encajaría como un privilegio de los más pudientes porque aún no había llegado al común de los hogares. No lo hizo de manera generalizada hasta el 82. Tampoco hubiera costado mucho rodar las escenas de los interiores de TVE en TVE, cuyos estudios de Prado del Rey, siguen, aunque remozados en el mismo sitio y con la misma estructura.
Para quienes vivimos aquellos años muy de cerca es una gozada ver esta película, no chirría casi nada, tiene las gotas justas de ficción y todo el aroma del cambio entonces anhelado y para quienes descubran en ella aquellos momentos históricos, el film les hará un buen favor.