López estuvo muy relajado y por eso fue el más brillante, entre un Sánchez nervioso y una lideresa sobrada y al ataque.
Casi todos dan por vencedor del debate al ex-lehendakari, porque no se jugaba nada. Quizá haya conseguido arrancar algunos votos más de militantes para el domingo, pero sabe que no va a ganar. Eso sí, ya tiene algún puesto en la "dirigencia" del Psoe asegurado: miembro de la Ejecutiva como mínimo, y quién sabe si Presidente del partido, un puesto que nadie sabe bien qué peso tiene.
El papel jugado ayer por el antiguo aliado de Pedro Sánchez fue más que desconcertante.
Después de predicar concordia, ayer sembró cizaña y se escoró a su derecha, que es donde estaba situada la candidata Susana.
Muchos hablan de pinza entre la andaluza y él para volver a aplastar a Pedro Sánchez y evitar que se vuelva a situar a la cabeza del Psoe. Un Pedro Sánchez que volvió a equivocarse. Llevaba en la cabeza la idea del debate de guante blanco y le dieron guantadas andaluzas y vascas. No se defendió de nada. Ni siquiera supo subrayar que fue Rubalcaba quien perdió 4 millones y pico de votos en 2011, como toda la socialdemocracia europea. Ni tampoco le reprochó a Susana Díaz haber estado detrás del contubernio que hizo que de la noche a la mañana 16 miembros de la Ejecutiva dimitieran sin que, aparentemente, nadie les hubiera puesto de acuerdo.
Desde que se presentó Patxi me he preguntado si era un tapado del aparato para dividir el voto de los del no es no, o el aliado oculto de Pedro Sánchez al que al final se uniría para derrotar a la vieja guardia del socialismo que ampara a la presidenta andaluza, aún sabiendo que no hay en ella especiales virtudes políticas.
Ayer, sin embargo, quedó claro que Patxi no está por la armonía y el entendimiento que lleva pregonando toda la campaña. Cuando le preguntó a Pedro si sabía lo que era una nación, quizá hubiera venido a cuento preguntarle: Patxi, ¿ y tú sabes lo que es la concordia?