Nunca he ejercido el corporativismo y no lo ejerceré esta vez. Me declaro seguidor de la Sexta, como cadena de televisión que ha logrado convertirse en el mejor canal de noticias en España y que para los hambrientos de información es una delicia. Admiro programas y profesionales como Evole y Salvados, Ana Pastor y El Objetivo y García Ferreras y Al rojo Vivo, que con sus defectos, son productos periodísticos y televisivos de primera.
Un día antes de la desagradable noticia de la muerte de Rita Barberá, pensé que el caso de la ex alcaldesa en los Tribunales iba a quedar en nada. Que no estábamos ante un caso de corrupción escandalosa, sino ante un fraude de 50.000 euros que probablemente ella consintió o no supo controlar, y en el que pudo participar directamente "limpiando" 1.000 euros.
Y reflexioné que García Ferreras y su programa tenían un excesivo empecinamiento y obsesión con Rita, a la que aludían todos los días, repitiendo hasta la saciedad el bucle de imágenes saliendo de su casa, perdida en los escaños altos del Senado o hablando de los bolsos de Vuitton.
No me parece que Rita Barberá haya sido el modelo de política, ni de gestión, ni de estilo de mando más deseable, pero ha tenido -nos guste o no- el apoyo de mucha gente, y hasta la fecha nadie ha probado que hubiera tenido comportamientos delictivos y menos que hubiera engrosado sus bolsillos a lo largo de su cuarto de siglo como alcaldesa. A lo sumo pecó de derrochona y gastos excesivos en viajes y regalos. Todo ello rechazable, pero no condenable hasta el martirio, por mucho que su imagen de mujer abandonada por los suyos, vendiera en la tv.
Su partido la sacrificó y la dio de lado, aunque ahora la llora y la ensalza tras su muerte, y algunos medios informativos, la denigraron y atacaron en exceso, lejos de cualquier sentido de la ecuanimidad y proporcionalidad con que debe construirse cualquier información. Sepamos reconocerlo. Yo me pongo del lado de los que piensan que en política y en periodismo también debe haber humanidad y aunque me siento en las antípodas ideológicas y políticas de la ex alcaldesa, yo le hubiera guardado el minuto de silencio. Creo que solo se lo negaría a los grandes criminales y genocidas de la historia, y me parece que Rita, no lo fue.