Pedro Sánchez ha sabido aprovechar la aureola de poder que la petición del Rey le ha otorgado. Es el centro de la acción política; ha sido “investido” por el Jefe del Estado para intentar formar gobierno y Rajoy, como presidente en funciones, ha quedado relegado a una especie de encargado provisional, de sustituto desposeído de todo poder.
El candidato socialista ha sabido subirse al tren de los influyentes y mientras se va sometiendo a los hervores que necesitaba, ha sabido remar en zigzag la difícil travesía del intento, sin romper con nadie. Es más, anunciando que mirará a su derecha y a su izquierda ha logrado más síes que noes a su propuesta de 50 folios distribuida a todos los potenciales socios y hurtada a aquellos de los que dice no esperar nada. Incluso Pablo Iglesias, que todo parece cada vez más indicar, que no quiere acuerdo, solo estaría dispuesto a ello jugando a tocar poder: O todo o nada, o pillo vicepresidencia y ministerios de peso o no merece la pena. (Edificante forma de concebir la “nueva política”)
Como casi todo el mundo sabe solo hay dos formas de hacer un gobierno más o menos sólido: PSOE con Podemos y PNV, más la abstención de los independentistas o Psoe Ciudadanos con IU y Compromis, que han hecho valer con dignidad su independencia de Pablo Iglesias, no vetando a nadie como han hecho todos los demás. Pero para que esta segunda opción de Centro-izquierda salga adelante, es necesaria la hoy por hoy, impensable abstención de los populares. Para ello no ayuda nada la situación de ruptura personal en la que se encuentran Rajoy y Sánchez, y en la que el Secretario Socialista tiene la mayor parte de culpa: primero por el “usted no es una persona decente” del debate televisivo de campaña y segundo, por su no tan categórico e impertinentemente reiterado a hablar con Rajoy. Estoy de acuerdo en que el PSOE es la alternativa clara al PP y no quiera incluirlo como socio, pero no parece que tenga muchos réditos romper puentes y líneas de entendimiento que son imprescindibles entre fuerzas políticas que siguen teniendo un peso. Eso no le va a ayudar nada a Pedro Sánchez y auxilios necesita muchos para la valiente y dificilísima aventura en la que está embarcado. Si lo consigue no solo se habrá consolidado, sino que se queda como líder de su partido, si no comete nuevos errores, con posibilidades de protagonizar otra nueva era socialista.