El sector privado se ha llevado el gato al agua en cuestión de debates preelectorales. En un momento en el que la audiencia está casi hipnotizada por la política, como siempre que se vive un periodo de cambio, son las televisiones privadas las que han sabido explotar el espectáculo de la controversia y el contraste de pareceres. Tengo la impresión, y la triste sensación, de que nuestra radiotelevisión pública ha soltado las riendas de la iniciativa para ser anfitriona de la gran tribuna de la opinión y el debate político. En esta batalla solo gana el que se pone en primera línea y no parece que ser el espacio natural para la opinión política haya sido una prioridad para quienes dirigen ahora la Corporación pública de radio y televisión.
Así asistimos ayer a un debate a nueve en RTVE, equilibrado y bien realizado, llevado con corrección por Julio Somoano (aunque chirrió su "Ya le he llamado al orden varias veces", dirigido a uno de los participantes).
Pero un debate devaluado por los propios políticos que ya han asumido que son los escenarios privados los que acaparan la audiencia y los que cuentan electoralmente. Algo sucede cuando los partidos, que al fin y al cabo son instituciones que deben velar por una radiotelevisión al servicio de todos (así reza más o menos en todos sus programas), no contribuyen a dar prioridad a la televisión estatal para que sea escenario natural de la neutralidad. Como señaló uno de los participantes, Alberto Garzón, no se entiende que quienes hace cuatro días clamaban porque Mariano Rajoy no asistía al debate de Atresmedia, ahora envíen a sus segundos o terceros al debate de TVE. Solo dos cabezas de lista acudieron a Torrespaña, los de Unidad Popular-IU y UPyD, los dos excluidos del debate privado.
Una de las primeras medidas de los nuevos responsables de la RTV pública debería ser ganar el consenso de los partidos para que la Corporación RTVE sea la que de ahora en adelante produzca estos debates en periodo electoral, y para eso es necesario también que el Presidente de la RTV estatal goce de ese mismo consenso.